La llegada de las vacaciones de verano es sinónimo de tiempo libre, convivencia familiar, descanso… pero también (falta de) conciliación, malabares de horarios y, en muchos casos, desembolso económico. Porque, si durante el año la conciliación es, de por sí, un asunto complicado, la finalización de las clases y, por tanto, el fin del apoyo de los colegios en la educación y cuidado de los hijos, convierten al verano en un problema serio para muchas familias.
Para una familia media con dos hijos, el verano puede comportar un gasto de entre 800 y 1.000 euros, según la estimación que realiza Affac (Associacions Federades de Famílies d’Alumnes de Cataluña). Este gasto supone una brecha económica y social ya que muchas familias no pueden afrontar este gasto extra y provoca, además de la pérdida de oportunidades de aprendizaje y ocio, un verdadero problema laboral al no poder conciliar la vida familiar y la profesional.
En caso de no poder afrontar este gasto, muchas familias se ven obligadas a recurrir a personas de confianza que den apoyo al cuidado de los hijos, como los abuelos, tíos, vecinos, etc. Si bien esta red de apoyo es necesaria de manera puntual, no puede ser un recurso habitual de los padres.
Estas dificultades añaden además conflictos laborales en las organizaciones, absentismos injustificados, etc. que muchas entidades no pueden permitirse. Como resultado, el mensaje que se lanza a la sociedad es que se penaliza el cuidado de los hijos en favor del trabajo y la vida laboral, lo que conlleva problemas añadidos como índices de natalidad alarmantes.
La conciliación es una necesidad real de todas las personas, independientemente de sus circunstancias personales. No obstante, las familias españolas se enfrentan a verdaderos problemas que debemos afrontar la sociedad en su conjunto. Nuestras organizaciones efr facilitan la conciliación de sus colaboradores con medidas como más flexibilidad de horarios, teletrabajo, permisos por cuidado de menores o más vacaciones. Todo ello con el objetivo de que las familias no afronten las vacaciones como un problema sino como una oportunidad de convivencia y descanso.
La conciliación es posible…¡también en verano!