Hace apenas unos días saltaba la siguiente noticia: el absentismo laboral crece el triple que el empleo en 2016. Concretamente, la noticia indicaba que el absentismo se había disparado un 8,86 % entre enero y agosto de 2016 en comparación con el mismo periodo del año anterior. De hecho, se está convirtiendo en un problema para las compañías en la recuperación económica.
Si lo comparamos con el número de nuevos afiliados a la Seguridad Social durante esta misma etapa, nos encontramos que el crecimiento ha sido del 3,02 %, es decir, hay más ausencias en el puesto de trabajo que empleos generados. La empresa que ha elaborado el estudio constata que este problema ha crecido paulatinamente desde 2013 y que, además, la gran mayoría son bajas de menos de 16 días, los que implican un mayor coste a las empresas.
La problemática de esta visión, es que incide en la visión de muchas empresas y departamentos de Recursos Humanos en que el absentismo es algo que hay que erradicar, porque se traduce en personas que no van físicamente a su puesto de trabajo. Cuando, en realidad, y bajo la idea de nuestro director Roberto Martínez en el estudio ‘Absentismo: el colesterol de la empresa’, existe un absentismo positivo y beneficioso, tanto para la sociedad como para la empresa.
De hecho, en una sociedad del conocimiento, como la actual, un número muy importante de puestos de trabajo no requieren que la gente esté en su puesto, sino que tenga un compromiso común. Es más útil medir el compromiso de los empleados con su empresa en lugar de centrarnos en la ausencia. La sociedad actual exige flexibilidad, teletrabajo y humanización del puesto de trabajo, la conciliación es una necesidad para todas las personas y ahora más que nunca es posible ponerla en marcha gracias a la tecnología, internet y la formación adecuada.
Así, el acompañar a los hijos en un día laboral al médico o a una tutoría escolar, por poner algunos ejemplos, no sería computado como absentismo, sino como una necesidad. Esos padres no figurarían como enfermos, sino como alguien que necesita conciliar su vida familiar y profesional. Pero no por ello está menos implicado en la empresa.
Seguro que una empresa flexible, preocupada por la vida de sus empleados y con medidas que favorecen la conciliación es más productiva y tiene empleados más felices. ¿Tú también quieres ser una empresa efr? ¡Infórmate!